El filo del tiempo dibuja en el cuerpo los primeros dolores. Al comienzo sólo es un dibujo blanco, una línea apenas parecida a una caricia triste. Después el frío, el rojo, metiéndose más adentro, tomando la sangre y los huesos. Entonces hay que elegir, colgarse con los otros para que duela menos, o dejar que el filo nos deje caer, buscar la sombra, elegir la otra cachetada.
Foto: Melina Salman